miércoles, 7 de marzo de 2012

00:Introducción



Hace frío. Muchísimo frío. Me he quitado los guantes y sigo teniendo las manos heladas. Rojitas. Como mi cara, que también está roja. Y no me gusta. Es lo malo de ser tan blanca y de tener la piel tan sensible, que cuando hace frío me pongo colorada y cuando hace calor, también. Es un verdadero rollo. Pero aunque me fastidie y se metan conmigo llamándome melocotón, tomatita o cosas por el estilo, a mis catorce años, empiezo a estar acostumbrada. Resignada, más bien. ¡Abuela, ¿por qué tuviste que ser sueca?! Por lo menos tengo los ojos azules y eso me encanta. Algo bueno tenía que tener ser nieta de una nórdica.¿Nieva? No, parece que ahora no nieva. Aunque el suelo de la calle sí que continúa cubierto de escarcha. Camino de casa, delante de mí iba una señora teñida de rubio que ha patinado y casi se mata. Menos mal que yo he llegado sana y salva. Si me hubiese caído de culo, habría pasado una vergüenza enorme. Porque, a diferencia de otros días, no he venido hasta mi casa sola. Me ha acompañado Adrián. ¿Quién es Adrián? Uno nuevo. Sí, es muy extraño que a estas alturas de curso entre un chico nuevo en el instituto. Estamos casi terminando el primer trimestre y no es habitual. Pero por lo visto su padre tiene una profesión de ésas en la que lo cambian constantemente de ciudad. Pues da la casualidad de que se han mudado a vivir a la casa que está al lado de la mía. Una muy grande que llevaba unos meses sin habitar. Pero es que encima, Adrián va a mi clase y se ha sentado justo en la mesa de delante. ¡Cuántas coincidencias!

Todavía no me ha dado tiempo a conocerlo mucho, pero la primera impresión que tengo es que es un tipo bastante raro. Alicia, por el contrario, dice que es muy guapo y muy interesante. Y misterioso. Que posee cierto aire a Edward Cullen. ¡Cómo le gustan los vampiros a esta chica! Ha sido verlo y ya se ha pillado por él. Ella es muy enamoradiza, aunque se cansa pronto de los chicos. A éste, nada más verlo, dijo que era para ella. Y me advirtió, además, pero en tono de broma: «Laura, es mío. ¿Okey?». Yo me encogí de hombros y le dije que sí, sin problemas. A mí no me atrae. Físicamente, no está mal. Es alto, tiene los ojos grandes y verdes, y un pelo bonito. Y viste bastante bien. Pero parece muy tímido y apenas habla. Cuando mi amiga le ha dicho que era mi vecino y que podíamos volver caminando los tres juntos, se ha puesto casi tan rojo como yo. Parecíamos el dos de corazones. Aunque luego ha sonreído y ha aceptado. ¡Qué dientes más blancos y perfectos! A Alicia le han hecho los ojos chiribitas. Esta chica no cambiará nunca. Tío guapo que ve, tío guapo del que se enamora. Eso, desde los cinco años que fue cuando nos conocimos. Todo comenzó con Miguel Pacheco, el niño guapetón de la clase. Pelo rubio, ensortijado y ojos azulísimos. Iba todo el día detrás de él. ¿Qué no es posible enamorarse con cinco años? Pues para ella fue posible. Tanto, que las primeras palabras que Alicia me dijo en su vida fueron «quita, niña tonta, éste es mi novio». Y todo porque Miguel se sentó a mi lado y me pidió la plastilina. Imposible de creer, pero sucedió. Siempre se lo recuerdo cuando hablamos de chicos y ella lo niega, aunque luego termina reconociendo que es una gran celosa. Pero una celosa sin mala intención, no como otras. Alicia se cuela por alguien y pone sus cinco sentidos en él, hasta que se aburre y lo deja. Es todo lo contrario a mí. Yo necesito tiempo, hacer las cosas más despacio y que no solo me entre por los ojos.

Pero si a Alicia le ha caído bien el chico nuevo, todo lo contrario le ha pasado a Pablo. Desde el primer momento ha estado fastidiándole con sus amigos. Incluso en el recreo le ha dado un balonazo tremendo a propósito. Me ha dolido hasta a mí. Sin embargo, Adrián apenas se ha inmutado. Ha sonreído, ha dado un par de toques y les ha devuelto la pelota. Yo no me he podido callar y he ido hasta Pablo para preguntarle de qué iba, que ésa no era manera de tratar a un recién llegado. Desde que rompimos, está inaguantable. No lo reconozco. Él se ha disculpado diciendo que había sido sin querer y que el chico se había puesto en medio de la jugada. Mentira. Yo sé que lo ha hecho queriendo, pero tampoco me apetecía discutir más con él. Lo pasé muy mal cuando lo dejamos y tampoco era plan recordar ciertas cosas. Si el primer amor es increíble, el primer desamor es lo peor que te puede pasar. ¡Cómo duele! Tengo grabadas en mi cabeza todas las palabras que pronunció el día que acabamos con lo nuestro. No se me borran de la mente las frases que utilizó para decirme que no quería seguir conmigo. Ni las lágrimas que solté cuando se marchó de mi habitación. Fue terrible y muy duro. Se te crea una especie de presión en el pecho insoportable y estás todo el tiempo como en una nube y con muchísimas ganas de llorar. Me llevé tres días sin comer y escuchando música a todas horas. Canciones tristes y melancólicas. Ahora, cada vez que las escucho se me ponen los ojos rojos y me invade una angustia por dentro difícil de aguantar.
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Haber , me he dado que aqui es por costumbre tener una historia y yo pos no voy a ser menos jajaja. :D

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