00:Introducción
Hace frío. Muchísimo frío. Me he quitado los guantes y sigo teniendo las
manos heladas. Rojitas. Como mi cara, que también está roja. Y no me
gusta. Es lo malo de ser tan blanca y de tener la piel tan sensible, que
cuando hace frío me pongo colorada y cuando hace calor, también. Es un
verdadero rollo. Pero aunque me fastidie y se metan conmigo llamándome
melocotón, tomatita o cosas por el estilo, a mis catorce años, empiezo a
estar acostumbrada. Resignada, más bien. ¡Abuela, ¿por qué tuviste que
ser sueca?! Por lo menos tengo los ojos azules y eso me encanta. Algo
bueno tenía que tener ser nieta de una nórdica.¿Nieva?
No, parece que ahora no nieva. Aunque el suelo de la calle sí que
continúa cubierto de escarcha. Camino de casa, delante de mí iba una
señora teñida de rubio que ha patinado y casi se mata. Menos mal que yo
he llegado sana y salva. Si me hubiese caído de culo, habría pasado una
vergüenza enorme. Porque, a diferencia de otros días, no he venido hasta
mi casa sola. Me ha acompañado Adrián. ¿Quién es Adrián? Uno nuevo. Sí,
es muy extraño que a estas alturas de curso entre un chico nuevo en el
instituto. Estamos casi terminando el primer trimestre y no es habitual.
Pero por lo visto su padre tiene una profesión de ésas en la que lo
cambian constantemente de ciudad. Pues da la casualidad de que se han
mudado a vivir a la casa que está al lado de la mía. Una muy grande que
llevaba unos meses sin habitar. Pero es que encima, Adrián va a mi clase
y se ha sentado justo en la mesa de delante. ¡Cuántas coincidencias!
Todavía
no me ha dado tiempo a conocerlo mucho, pero la primera impresión que
tengo es que es un tipo bastante raro. Alicia, por el contrario, dice
que es muy guapo y muy interesante. Y misterioso. Que posee cierto aire a
Edward Cullen. ¡Cómo le gustan los vampiros a esta chica! Ha sido verlo
y ya se ha pillado por él. Ella es muy enamoradiza, aunque se cansa
pronto de los chicos. A éste, nada más verlo, dijo que era para ella. Y
me advirtió, además, pero en tono de broma: «Laura, es mío. ¿Okey?». Yo
me encogí de hombros y le dije que sí, sin problemas. A mí no me atrae.
Físicamente, no está mal. Es alto, tiene los ojos grandes y verdes, y un
pelo bonito. Y viste bastante bien. Pero parece muy tímido y apenas
habla. Cuando mi amiga le ha dicho que era mi vecino y que podíamos
volver caminando los tres juntos, se ha puesto casi tan rojo como yo.
Parecíamos el dos de corazones. Aunque luego ha sonreído y ha aceptado.
¡Qué dientes más blancos y perfectos! A Alicia le han hecho los ojos
chiribitas. Esta chica no cambiará nunca. Tío guapo que ve, tío guapo
del que se enamora. Eso, desde los cinco años que fue cuando nos
conocimos. Todo comenzó con Miguel Pacheco, el niño guapetón de la
clase. Pelo rubio, ensortijado y ojos azulísimos. Iba todo el día detrás
de él. ¿Qué no es posible enamorarse con cinco años? Pues para ella fue
posible. Tanto, que las primeras palabras que Alicia me dijo en su vida
fueron «quita, niña tonta, éste es mi novio». Y todo porque Miguel se
sentó a mi lado y me pidió la plastilina. Imposible de creer, pero
sucedió. Siempre se lo recuerdo cuando hablamos de chicos y ella lo
niega, aunque luego termina reconociendo que es una gran celosa. Pero
una celosa sin mala intención, no como otras. Alicia se cuela por
alguien y pone sus cinco sentidos en él, hasta que se aburre y lo deja.
Es todo lo contrario a mí. Yo necesito tiempo, hacer las cosas más
despacio y que no solo me entre por los ojos.
Pero
si a Alicia le ha caído bien el chico nuevo, todo lo contrario le ha
pasado a Pablo. Desde el primer momento ha estado fastidiándole con sus
amigos. Incluso en el recreo le ha dado un balonazo tremendo a
propósito. Me ha dolido hasta a mí. Sin embargo, Adrián apenas se ha
inmutado. Ha sonreído, ha dado un par de toques y les ha devuelto la
pelota. Yo no me he podido callar y he ido hasta Pablo para preguntarle
de qué iba, que ésa no era manera de tratar a un recién llegado. Desde
que rompimos, está inaguantable. No lo reconozco. Él se ha disculpado
diciendo que había sido sin querer y que el chico se había puesto en
medio de la jugada. Mentira. Yo sé que lo ha hecho queriendo, pero
tampoco me apetecía discutir más con él. Lo pasé muy mal cuando lo
dejamos y tampoco era plan recordar ciertas cosas. Si el primer amor es
increíble, el primer desamor es lo peor que te puede pasar. ¡Cómo duele!
Tengo grabadas en mi cabeza todas las palabras que pronunció el día que
acabamos con lo nuestro. No se me borran de la mente las frases que
utilizó para decirme que no quería seguir conmigo. Ni las lágrimas que
solté cuando se marchó de mi habitación. Fue terrible y muy duro. Se te
crea una especie de presión en el pecho insoportable y estás todo el
tiempo como en una nube y con muchísimas ganas de llorar. Me llevé tres
días sin comer y escuchando música a todas horas. Canciones tristes y
melancólicas. Ahora, cada vez que las escucho se me ponen los ojos rojos
y me invade una angustia por dentro difícil de aguantar.
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Haber , me he dado que aqui es por costumbre tener una historia y yo pos no voy a ser menos jajaja. :D
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